La Pontificia Universidad Católica de Chile, durante sus 127 años de vida ha creado una tradición de prestigio y relevancia, demostrada en sus egresados; ellos son quienes han recibido una formación que les ha preparado para guiar y otorgar una fisonomía propia a este país.
Esta casa de estudios fue fundada a fines del siglo antepasado, en una época de grandes convulsiones políticas y sociales. A nivel mundial, se cimentaban las bases que darían inicio al primer gran conflicto bélico. Paralelamente, se arraigaba en filósofos y pensadores políticos una intensa preocupación por el hombre; en cuanto a persona que se orientaba a vivir en una sociedad industrial de masas ajena a valores trascendentales e inmutables.
Chile no estaba ajeno a esas preocupaciones. Frente a esa situación, fueron muchos los católicos chilenos que, siguiendo el ejemplo de los católicos europeos, promovieron la formación de una universidad que reuniese la excelencia académica junto a valores éticos, inspirados en la doctrina cristiana.
La iniciativa de aquellos chilenos encontró excelente acogida en el Arzobispo de Santiago, Monseñor Mariano Casanova. La Pontificia Universidad Católica de Chile se fundó mediante decreto del Arzobispado, del 21 de junio de 1888, siendo su primer Rector Monseñor Joaquín Larraín Gandarillas.
Los cursos iniciales que dictó la Universidad fueron dos: un Curso de Leyes y un Curso Preparatorio de Matemática. En 1889 se creó la Facultad de Ciencias Jurídicas; el Pensionado de San Juan Evangelista y dos escuelas profesionales: Internado Literario Comercial de San Rafael y Escuela Industrial Nuestra Señora del Carmen, para alumnos no acomodados. En 1894 habría de comenzar a dictarse un Curso de Arquitectura, que fue el que dio origen a esa disciplina en Chile.
Los primeros titulados de la Pontificia Universidad Católica de Chile fueron Ingenieros Civiles, Arquitectos y Licenciados en Derecho.